Inmortal(es)
Hoy en una cafetería durante la media tarde, no pude evitar observar una familia, Estaba el padre comiéndose un sándwich en silencio.
La madre, una mujer robusta y alta, de unos 48 años con un vestido de verano de esos arrugados y frescos.
Ella estaba conversando con sus dos niñas de unos 12 y 9 años.
De repente noté un silencio absoluto y vi que la madre, se quedó callada, mirando al infinito.
Sentí un dolor en su mirada al vacío y me conecté con esta extraña mujer en ese preciso instante.
Luego, ella volvió de sí, y respondió a las repetidas preguntas y quejas de su hija pre-adolecente.
La chica le respondió con fuerza y el padre no hizo nada al respecto.
Yo reaccioné con malestar, ya que su molestia era la mía.
Sentí en silencio su breve mirada. Vi en sus ojos azules profundos una larga historia de sufrimiento, valentía,
pasión y lucha por la vida. Comprendí el por qué de su fuerte presencia en la vida.
De repente, caí en cuenta que esta señora y su familia nunca más los volvería a ver. Me dió pena la dureza de la realidad ya que experimentaba una conexión cercana. Y hasta sentí que la extrañaría a ella.
Supe que podría darse un re-encuentro pero no sería igual porque estaríamos en otra atmósfera o momento de vida.
Entonces pensé que nuestro encuentro en este instante solo podría sobrevivir el olvido con una foto o escritura.
Me aterrorizó que se disolviera en el tiempo en cuestión de segundos o minutos, con el paso del viento y las nubes.
Me consolé al percatarme que escribiendo sobre estos momentos evitó su muerte.
Descubro que escribiendo hago estos momentos de personas y esquinas con sus sentimientos y sueños, inmortales.
Al escribir, los sello en la memoria sin olvido posible. Y eso es hermoso.
Por eso, escribo como un loco, sobre este encuentro lleno de significado amplio y profundo.
Y quién lo lea, sienta lo que sentimos hoy, estos dos seres, en el medio de una tarde cualquiera.
Ahora inmortales.
Jorge Troncone O.
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