Es como si te encontrarás el amor de tu vida o la muerte segura,
al cruzar la esquina.
Dónde se te aparecen personas y cosas sin darte cuenta y te salpican con su realidad buena, mala o aún peor, nada importante.
Cómo una tienda de recuerdos, donde no recuerdas nada que valga la pena, porque se te olvidó que tenías vida y deambulas en el vacío de ti mismo.
Entonces, cruzas una esquina y se te abalanza una mirada con sonrisa furtiva de una hermosa niña, que ni te conoce, pero te hace sentir bienvenido de Vuelta al Mundo.
Es como un relámpago de azahares que te hace vibrar el Corazón y el Alma, aunque sea un par de segundos.
Te rescata de tu miseria, pero poco a poco, va perdiendo su efecto.
Por eso, ansías llegar a la próxima esquina y ver si te consigues algo sorprendente o por desgracia, más de la misma inexorable agonía.
Cual drogadicto, andas correteando por cuanta calle y avenida, llenas o vacías de gente, ruidos, colores y olores.
Cazando migajas de vida desesperada para no morirte triste y vacío.
Si no, lleno de luz sonriente que te abrazo con pasión.
Aunque sea el último suspiro, contra ese mundo interno y oscuro que tanto te ha destrozado los adentros y no te deja salir libre a la calle.
Por eso, ahora te lanzas a cruzar la próxima esquina, deseando toparte con ella, la vida.
Jorge Troncone O.
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