Cansado y frustrado de la cruenta realidad de este mundo.
Donde la intolerancia de los dogmas humanos basados en miedo y su primogénito, el odio, parecen estar ganando la batalla contra la razón y la lógica, en este nuestro diminuto planeta Tierra.
Ahogado y hastiado de esta realidad, deseé con toda mi alma, pertenecer a otra civilización.
O estar en otra dimensión o galaxia, dónde absolutamente todo, fuese diferente y mejor a lo que vivo hoy.
Sufrí entonces un fuertísimo dolor de cabeza y perdí el conocimiento.
Creo que cerca de mi cama, porque fue lo ultimo que vi antes que se apagara la luz de mis ojos.
En ese momento, me desdoblé, en múltiples formas como un arco iris de mí mismo.
En formas y esencias desfiguradas e incomprensibles.
No sé como no sufrí un ataque cardiaco, en este torbellino de sensaciones inexplicables e indescriptibles.
Al volver en mí, tuve el mismo dolor de cabeza pero, poco a poco, se fue convirtiendo en una fuente de sensaciones extrañas.
Empecé a sentir mi alrededor diferente, donde era capaz de sentir los átomos y hasta verlos con mis ojos en su maravillosa locura.
De ahí, ver y sentir los diminutos organismos revoloteando en el aire y posados en los objetos.
Luego pude sentir mis órganos interactuando en comunión con todos los elementos físicos y biológicos que nunca antes me imaginé existían.
Después se abalanzó todo como una hermosa sinfonía trascendentales, en armonía absoluta.
Luego, pude transportarme y vislumbrar el tiempo pasado como el presente y proyectar el future en mi mente, a niveles sobrehumanos, a punto de causarme vértigo.
Entonces, entré en contacto con las galaxias, una tras otra, entrelazadas en millonarios mensajes con sus seres y criaturas de todo tipo.
Maravillado, fue entonces que vi frente a mi millares de imágenes y sonidos de desconocidos seres interactuando.
Lo más fantástico es que entendía todo y hasta me reía de los comentarios verbales y telepáticos entre ellos.
Estuve embelesado con una sonrisa clavada en la cara, lleno de la mas absoluta felicidad, paz y alegría, en medio de estos mundos maravillosos.
Lo más curioso fue que no sentí miedo sino ansia de contactarlos.
Y así lo hice al hablar con ellos en sus innumerables lenguas y formas energéticas.
Nos comunicamos y nos entendimos.
Yo no podía dejar de experimentar una poderosa serenidad y dicha.
De repente, empecé a sentir un hondo hueco en mi corazón y sentí la falta de ella, mi amor.
Mis nuevos amigos, me dijeron que podía invitarla y ser parte de todo pero que debía primero comunicarle mi experiencia y así, prepararla.
Yo no entendí eso, porque nunca me preparé para este encuentro.
Ellos me dijeron que lo habían hecho desde antes de mi nacimientos.
A través de los sueños de mis ancestros.
Entonces les pregunté qué había pasado con los de ella.
Me dijeron que no habían sido parte de su experimento y yo era, uno de los pocos millones de seres elegidos al azar.
Azar?
Les pregunté, ¿ustedes seres superiores usan el azar?
Ellos me dijeron que el azar siempre ha jugado un papel preponderante en la creación de mundos desde siempre.
Y que la idea de control es muy limitada y no debe ser nunca una obsesión,
ya que va en contra de las leyes de los Universos.
Comprendí que mi manía por el control era solo una ilusión funesta, que me restaba libertad de movimiento y aún peor, de pensamiento.
Entendí que por azar había encontrado la base de la energía sideral.
Era sencillamente, el amor.
Precipitadamente, vi toda mi vida en un segundo.
Lloré al darme cuenta que el amor me había topado por azar.
Yo por miedo al descontrol de mí, lo había negado y empujado fuera de mi.
Pero por esas cosas del Universo, el amor de ella había persistido.
Ella, con su inmenso abrazo me había tomado de vuelta en su total pasión.
Comprendí todo en ese instante y desesperado les pregunté que cuándo podía traerla conmigo.
Me dijeron que cuando yo quisiera.
Que no olvidara que era libre de pensar, soñar y amar.
Se despidieron, todo se detuvo y me quedé dormido plácidamente en medio del espacio, entre las estrellas, como si fuese un bebé.
Con esa imagen me desperté.
Al abrir los ojos, la vi junto a mí, en la cama.
Ella dormía y su respiración era suave y
su cara serena, en paz.
Me le quedé mirando por un buen rato y empecé a llorar de felicidad por tenerla a mi lado.
Entendí que mi sueño intergaláctico me señalaba la base de la felicidad.
Y eso es sencillamente, el Amor en el constante ahora.
Ahora, sabía que el miedo a amar se convierte en un hueco negro y te disuelve.
Ahora, era finalmente libre.
Así, me le acerqué y la besé suavemente.
Ella se despertó y me miró con cariño.
Yo le dije lo mucho que la quería y en silencio nos abrazamos.
Ella entonces me susurró que había tenido un sueño extraño.
Al describirlo, me asombré porque era exactamente como el mío, pero inverso.
Entonces, yo le conté mi sueño y fue ahí que entendimos el mensaje.
Entre risa y lágrimas nos encontramos en paz y dicha, a través de infinitas dimensiones.
Y ahora visitamos y vivimos, uno y otro Universo, entre galaxia y galaxia,
y entre beso y beso.
Jorge Troncone O.
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