Es cuando la madre de una muchacha algo gordita y sin mayor atractivo va a cualquier sitio con us madre que luce siempre hermosa. Natural, sin maquillaje ni ropa elegante y absolutamente, atractiva y sexy.
No puede dejar de notar como los hombres la siguen con la vista y algunos, hasta saborean de las formas más extrañas y hasta desagradables su caminar. La morbosean cual perros salivando, dado su majestuoso y sinuoso cuerpo embrujando el entorno de machos y no menos, féminas.
Lo peor es que ella ni se percata o ni me importa el alboroto que causa.
Más de una mujer, rabiando por no poder competir con esta hembra hermosa y temen perder sus hombres.
Esta sensible y observante muchacha, su hija, se percata de todo y siente como le afecta de mil maneras. Intenta desesperadamente, no odiarla por hacerla sentir tan pequeña e invisible.
Tanto así que ella se auto nombró el espejismo. Como ese del desierto que cuando te acercas desaparece, y es por el calor que se denota. Como el calor de esta sensual mujer.
Su madre, la hace desaparecer, vaya donde vaya, nadie la denota.
Un día gris de Febrero, hastiada de tanta indiferencia el mundo, tomó una decisión desquiciada en odio hacia su madre y el mundo.
La hija de la hermosa, decidió hacer un pacto con el diablo para que le diera la belleza de su madre.
Se ilustró de cuánto rito y procedimiento diabólico, hasta se hizo miembros de un círculo de veneración al Diablo con el objetivo de pedirle ser más hermosa que su madre.
Y destronarla como reina de la belleza y quitarle todos los hombres. Y todos los deseos y locuras y ser la más hermosa entre todas mas allá del delirio.
Después de hacerse con el conocimiento necesario hizo el rito una noche de Luna llena el día exacto en que su madre cumplía años.
Pues bien, el Diablo hizo acto de presencia y después de hacerle el amor más vertiginoso le concedió su deseo. Ella no tuvo tiempo para decir nada ya que el maligno ya sabía sus deseos y ella al ser suya le daba su alma por eternidad.
Ella se convirtió en la más hermosa y sensual competencia de su prooia madre.
Ahora todos la miraban y denotaban y adoraban casi salivando sus deseos por ella. Ahora la madre estaba en segundo plano.
Ella se cambió el nombre por Reina y era la reina del placer caminante por doquier.
Lo mejor era ver como su madre la envidiaba en secreto, así como ella lo hacía antes de convertirse en la más hermosa de las dos.
Pasaron los años de placer y extasis por adoración de otros hasta el día que tuvo una hija.
Esta era una copia exacta de ella. Era una niña gordita y simple, como ella antes del pacto. Ese día, oyó susurrar al diablo una risa burlona.
Sé sintió traicionada y le exigió explicaciones al Mefisto, quien le aclaró que su pedido fue por ella y no su prole. Ella lo maldijo y él se rió a carcajadas de ella diciéndole:” tú hija es el comienzo de mi cobro a tu deuda como anticipo a lo que viene.”
Ella vio y sintió en carne propia como era tener una hija que la odiaba por su belleza y atracción de los hombres donde ella no era nadie.
Ella nunca podría escapar del odio en ella y ahora, el más agudo y doloroso de su propia hija.
Para colmo, ahora su alma pertenecía al diablo que la esperaba en el fuego eterno.
Y todo porque no soportó tener una madre voluptuosa y sexy que la hacía sentirse, un espejismo.
Jorge Troncone O.